I. La Sagrada Escritura
Creemos que la Biblia es la palabra de Dios, perfecta, sin errores; que hace miles de años instruyó a hombres santos para que la escribiera; que está para ayudarnos y revelar a Jesús — el Hijo de Dios, el Salvador de la humanidad; que instruye a la gente en cuanto a como vivir y ser salva.
II. La Trinidad
Creemos que Dios es tres personas en una — El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo; que siempre han existido e hicieron todo el universo; que son santos, amorosos, todopoderosos y merecedores de nuestra alabanza y agradecimiento.
El Padre — el Rey del universo, lleno de gloria y majestad, cuya justicia demanda que el pecado sea castigado, pero quien por amor envió a Su Hijo unigénito para recibir el castigo por nosotros.
El Hijo — Jesucristo, quien siempre estuvo con el Padre, quien nació de una virgen, hace más de 2.000 años atrás en Israel, concebido por el poder de Dios, quien enseñó y sanó a la gente, quien murió sobre la cruz para limpiarnos del pecado, quien resucitó venciendo a la muerte, quien vive en quienes créen en El y aboga por ellos en el cielo.
El Espíritu Santo — el Espíritu de Dios, quien siempre ha estado con el Padre y el Hijo, pero que ahora mora también en quienes creen en Cristo, enviado por El para guiar y ayudarles en el mundo a traer gente hacia Dios y la salvación.
III. La Caída del HombreCreemos que Dios creó el primer hombre y a la primera mujer, Adán y Eva, para vivir en el mundo perfecto creado por El; que Satanás, por medio de la serpiente, causó que pecaran; su desobediencia a Dios los separó de El, dejando a sus descendientes, nosotros, bajo el dominio del pecado y de Satanás, hasta ser liberados al aceptar a Jesús como nuestro Señor y Salvador Personal.
IV. El Plan de RedenciónCreemos que Jesucristo El Hijo, enviado por El Padre dió Sú vida para salvar a la humanidad de la muerte y condenación que tuvo efecto desde la caída de Adán y Eva—El tomó el lugar de los pecadores condenados a muerte; y porque El murió, nosotros no moriremos eternamente; que el verdadero creyente en Cristo es salvo y vivirá siempre en la resurrección.
V. Salvación a Través de la GraciaCreemos que la salvación es un regalo que Dios ofrece a todos; que fue pagado por Cristo al morir en la cruz; que no hay nada más que hacer sino recibirlo; que es otorgada por la gracia de Dios y que no puede ser ganada por obras u otros medios, sólo se puede recibir a través de la Fé en El Hijo.
VI. Arrepentimiento y AceptaciónCreemos, que cuando el cristiano toma la decisión de creer y seguir a Cristo, recibe un nuevo espíritu; que la persona es cambiada de tal manera que pasa a ser una nueva creación; que el creyente nuevo ya no es controlado por deseos pecaminosos; que él es libre de vivir la vida santa que su Salvador quiere que viva.
VIII. El Nuevo Nacimiento se debe manifestarCreemos que el creyente, ahora libre del control del pecado y de Satanás, puede y debe vivir una vida agradable al Señor, creciendo en las Escrituras, llevando una vida de oración, amor, compañerismo cristiano, de servicio a otros, obediencia piadosa, aprendiendo—y enseñando—acerca del Señor, compartiendo las Buenas Nuevas del Evangelio con todos, siguiendo la santidad de Dios, vistiendo toda la armadura de Dios.
IX. El Bautismo en Agua y La Santa Cena del SeñorCreemos que la inmersión en agua es una señal de nuestro nuevo nacimiento ante el mundo; que, así como Cristo fue colocado en la tumba y resucitó, así también nos consideramos muertos a nuestra naturaleza antigua, como si fuésemos "sepultados" en agua, ascendiendo a una vida eterna.
X. El Bautismo del Espíritu SantoCreemos que la inmersión en agua es una señal de nuestro nuevo nacimiento ante el mundo; que, así como Cristo fue colocado en la tumba y resucitó, así también nos consideramos muertos a nuestra naturaleza antigua, como si fuésemos "sepultados" en agua, ascendiendo a una vida eterna.
XI. La Vida Llena del Espíritu SantoCreemos que, aunque el Espíritu Santo es como un viento potente y repentino, el Espíritu también es como una paloma gentil, que se entristece fácilmente por una conversación o acción pecaminosa; que el Espíritu se complace en que caminemos en rectitud, compasión y obediencia; que una vida llena del Espíritu puede ser vista por medio del fruto del Espíritu en tal vida—con amor, gozo, paz, paciencia, bondad, cordialidad, fidelidad, gentileza y dominio propio.
XII. Los Dones del EspírituCreemos que de acuerdo a la voluntad de Dios y la necesidad de cada persona, el Espíritu Santo confiere dones a los creyentes: palabra de sabiduría, palabra de conocimiento, fe, dones de sanidad, milagros, profecía, discernimiento de espíritus, hablar en otras lenguas e interpretación de las mismas—y que estos dones están disponibles hoy como lo estuvieron en la Iglesia primitiva.
XIII. ModeraciónCreemos que la moderación—la vida equilibrada—del creyente debe ser obvia a todos; que el creyente nunca debe ir a los extremos de fanatismo; que el andar del cristiano debe ser maduro y estable, nunca grosero o arrogante, siempre gentil y humilde, misericordioso y bueno; que el cristiano debe actuar como Cristo actuaría.
XIV. Sanidad DivinaCreemos que, así como Cristo estaba dispuesto y capacitado para sanar a la gente en Israel hace 2.000 años atrás, El está dispuesto y es capaz de sanar hoy a quienes necesiten sanidad mental, física o espiritual; que tales sanidades pueden recibirse por medio de la oración, por la unción con aceite de los ancianos de la iglesia; creemos que es un don espiritual.
XV. La Segunda Venida de CristoCreemos y esperamos el día de la venida del Señor; que Su regreso puede ser hoy, pero—si no lo es—que la obra del Señor debe continuar y ser proyectada; que cuando El regrese, los muertos en Cristo, resucitarán primero, y después los que queden se reunirán con El en las nubes; que en el tiempo de Su regreso habrá una gran Tribulación, el reino de Satanás terminará y Cristo reinará con Su iglesia.
XVI. Relación Dentro de la IglesiaCreemos que es el deber, honor y gozo de todo creyente en Cristo congregarse con otros creyentes, que se puedan fortalecer uno a otro, que puedan alabar y cantar al Señor juntos para Su gozo, que puedan unir sus esfuerzos y recursos (trabajo, talento, tiempo, recursos, etc.) para proclamar mejor el Evangelio, que puedan estar con el Señor "donde dos o tres se reúnan en mi nombre, yo estaré allí."
XVII. Gobierno CivilCreemos que el gobierno ha sido establecido por Dios para el interés y bienestar de toda la gente, porque nuestro Dios no es un Dios de confusión o desorden; que las leyes deben ser obedecidas; que debemos orar y apoyar siempre a quienes representan al gobierno, excepto en lo que sea contrario a la voluntad de Dios; que Jesús es el verdadero Rey y que cualquier otro gobernante reina bajo Su señorío y hasta donde El lo permita.
XVIII. El Juicio FinalCreemos que los muertos—tanto buenos como malos—se levantarán para comparecer ante la presencia de Dios; y a quienes confiaron en Jesús se le concederá la vida eterna en la presencia de su Señor, pero quienes no creyeron en El serán lanzados al Lago de Fuego para siempre.
XIX. El CielosCreemos que el Cielo es un lugar real donde habita Dios con sus ángeles y seres vivientes, quienes le alaban todo el día; en donde sus santos—los creyentes en Cristo—estarán ante su Señor sin pecado y culpa; donde no hay tristeza, lágrimas, dolor ni muerte.
XX. El InfiernoCreemos que el Infierno también es un lugar real, un lugar de tormento y separación de Dios, el cual será echado en el Lago de Fuego el Día del juicio, junto con la Muerte, el Anticristo, el Falso Profeta y todos los muertos que no creyeron en Cristo—cuyos nombres no fueron inscritos en el Libro de la Vida.
XXI. EvangelismoCreemos que a medida que se acerca el retorno de nuestro Señor, la Iglesia debe trabajar con mayor fuerza para alcanzar a toda la humanidad con el mensaje salvador del Evangelio; que los recursos de la Iglesia deben ser utilizados en la causa de la evangelización.
XXII. Diezmos y OfrendasCreemos que la práctica del diezmo —dar el diez por ciento de sus ingresos a la obra evangelizadora de la iglesia— será honrada por el Señor; que las ofrendas de buena voluntad también serán bendecidas por Dios, dando con alegría lo que cada uno propuso en su corazón.